La práctica de dar nombre a las tormentas tiene una larga historia. Antes del siglo XX, los ciclones tropicales (también llamados tifones o huracanes, según la geografía) solían identificarse por la época en que se producían o por el lugar donde azotaban. Así, el huracán de San Mateo de 1565 —que, al diezmar una flota francesa que se dirigía a atacar el asentamiento español de San Agustín, contribuyó a condenar los esfuerzos de Francia por controlar Florida— recibió su nombre porque tocó tierra el 22 de septiembre, el día después de la festividad de San Mateo. Mientras tanto, el huracán que devastó Galveston, Texas, en 1900, matando entre 6000 y 12 000 personas, es recordado como el Gran Huracán de Galveston.
La práctica de dar nombres personales a las tormentas parece tener su origen en Clement Wragge, un meteorólogo australiano que en la década de 1890 se entretenía poniendo a las tormentas nombres de mujeres, figuras míticas y políticos que no le gustaban. El sistema moderno de utilizar nombres personales se desarrolló durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los meteorólogos empezaron a utilizar nombres de mujer —a menudo los de esposas o novias— en lugar de engorrosas designaciones basadas en la latitud y la longitud. Cortos y fáciles de entender, los nombres eran más fáciles de transmitir por radio y más fáciles de seguir si había más de una tormenta en una zona determinada. El sistema se formalizó en 1953, cuando el Servicio Meteorológico Nacional de Estados Unidos elaboró una lista alfabética de nombres femeninos para las tormentas de la cuenca atlántica. Los nombres masculinos se añadieron a la lista en 1979, cuando grupos de mujeres señalaron el sexismo que suponía utilizar sólo nombres femeninos.

¿Cómo se eligen hoy los nombres?
Un comité especial de la Organización Meteorológica Mundial elabora listas de nombres para los ciclones tropicales. Los nombres de la lista deben ser cortos, distintivos y relevantes para sus áreas culturales y geográficas, de modo que sean fáciles de recordar para la gente. Para la cuenca atlántica hay seis listas alfabéticas de 21 nombres cada una, y las listas tienen un ciclo anual. Así que es muy probable, por ejemplo, que muchos de los nombres de la lista de 2018, que comienza con Alberto, Beryl, Chris, Debby y Ernesto, se repitan en 2024. Las letras Q, U, X, Y y Z no se utilizan porque no hay suficientes nombres disponibles. Si hay más de 21 tormentas con nombre, se utilizan las letras griegas. Para la cuenca del Pacífico Occidental/Mar de China Meridional, donde se habla una mayor variedad de lenguas, los nombres de las listas son aportados por los países de la región. Así, una lista comienza con Nakri (Camboya), Fengshen (China), Kalmaegi (Corea del Norte) y Fung-wong (Hong Kong). Si un huracán o tifón es especialmente destructivo, ese nombre se retira de la lista. Algunos nombres destacados que se han retirado son Katrina (2005), Sandy (2012), Haiyan (2013), Meranti (2016), Harvey (2017), Irma (2017) y Michael (2018).